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Por: Marco A. Mares

No news, good news, el aforismo anglosajón, sintetiza muy claramente el saldo del primer encuentro personal entre la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el primer ministro de Canadá, Mark Carney.

La noticia es que no hubo fricciones entre los mandatarios y que el sorteo del Mundial de fútbol 2026 fue un cómodo y propicio escenario para la reunión de los mandatarios del bloque norteamericano, en el que predominó el buen ánimo y la fiesta por el arranque de la competencia deportiva.

Fue la primera reunión trilateral en la que abordaron el tema que los hace socios: el comercio.

Oficialmente se informó que el acuerdo al que habían llegado los dignatarios es fortalecer la cooperación comercial. Al menos eso fue lo que informaron México y Canadá.

En el Centro Kennedy se reunieron por primera vez los jefes de Estado de los tres países de América del Norte, socios comerciales y ahora coanfitriones del torneo mundial de fútbol.

El evento deportivo se convirtió en un evento político de Donald Trump, orientado y dirigido a la audiencia estadounidense y con todas las características de los espectáculos de ese país.

La fecha para la celebración del sorteo, independientemente de la expectación y atracción mundial por el deporte en sí mismo, generó un enorme interés por el inminente proceso de revisión del acuerdo comercial trilateral: T-MEC.

En México, la presidenta Sheinbaum generó cierto suspenso porque dejó pasar el tiempo para anunciar públicamente, hasta un par de días previos, que sí asistiría al sorteo futbolero.

Además, anticipó que abogaría por la eliminación de los aranceles del 50% al acero y al aluminio impuestos por Estados Unidos.

Sheinbaum ha rechazado públicamente el aumento de aranceles impuesto por el gobierno de EU en junio de 2025, que elevó la tasa del 25% al 50% para la mayoría de los países, incluido México.

Ha dicho que le parece injusto e insostenible.

La presidenta de México ha dicho que México avanzó en la eliminación de 54 barreras no arancelarias, lo que ha permitido mantener la continuidad en la revisión del T-MEC y evitar aranceles adicionales por el momento.

El presidente Trump, con su reconocido estilo de negociador inflexible, amenazó, prácticamente en la víspera de la reunión trilateral, con abandonar el T-MEC, en el contexto de las audiencias de la Oficina Comercial de la Casa Blanca (USTR) en torno al acuerdo comercial.

Y como es su costumbre, durante la reunión mostró su mejor sonrisa y externó hasta elogios para los mandatarios de México y Canadá.

En México, luego de las declaraciones amenazantes de Trump, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, aseguró que el 90% de las posiciones de los participantes en las audiencias de la USTR se pronuncian a favor de la permanencia y fortalecimiento del T-MEC.

El primer ministro canadiense, Carney, a pesar de los desplantes y duras expresiones en contra de su país, también recibió un trato cordial y amistoso.

No trascendieron los detalles de lo acordado por los Jefes de Estado de Norteamérica, por lo que la expresión anglosajona: no news, good news, podría interpretarse como una buena noticia para México en el sentido de que continúan los trabajos de revisión por parte de los equipos de los tres países.

El sábado, la presidenta de México refrendó su confianza en la continuidad del T-Mec.

Sin embargo, hay que recordar que el presidente de Estados Unidos es un duro negociador y adicionalmente, su perfil está marcado por el termómetro de la política en su país.

El gobierno mexicano hace bien en mantener el diálogo, responder con hechos y cifras comerciales y buscar eliminar o por lo menos reducir los obuses arancelarios.

Sin embargo, todavía no hay nada para nadie. Viene la etapa más difícil, por el empate de los tiempos de la revisión del T-MEC con los tiempos político-electorales de Estados Unidos.

Viene la parte más difícil de la negociación, que según el propio gobierno mexicano hasta ahora no se ha puesto formalmente en la mesa de análisis y discusión del T-MEC.

Aquella en la que los reclamos y señalamientos de organizaciones empresariales poderosas de EU y sectores influyentes en el ámbito político de ese país, han mantenido el dedo flamígero, sobre los cambios en el marco jurídico y legal en México: la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la ley de amparo, por una parte y por la otra la política energética mexicana que le otorga prioridad a Pemex y CFE sobre cualquier otra empresa privada. Veremos.

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