El también presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar hizo un llamamiento a un alto el fuego en un país que vive, desde el golpe de Estado militar de 2021, sumido en una guerra civil.
El arzobispo de Yangon (Myanmar), Cardenal Charles Maung Bo, describió con crudeza el terremoto de magnitud 7,7 grados en la escala de Richter que ha causado más de 3.500 muertos, casi 5.000 heridos y centenares de desaparecidos, al señalar que fue como si hubieran caído a la vez “330 bombas atómicas”.
“La gente tiene mucho miedo, está a la intemperie. Un poderoso terremoto, con una energía similar a la que hubiera provocado la caída de 330 bombas atómicas, golpeó a nuestra inocente gente”, dijo el prelado en declaraciones a ACI Prensa.
“La catástrofe trajo escenas y experiencias apocalípticas”, añadió tras constatar la desesperación de miles de personas que aún buscan a sus familiares bajo los escombros.
Sin embargo, en medio de la desolación, la esperanza se sigue abriendo paso. En las últimas horas, los equipos de rescate —algunos de ellos internacionales— han logrado rescatar con vida a más de 600 personas, especialmente en las zonas más afectadas, donde la emergencia alcanza proporciones épicas.
El seísmo tuvo lugar el 28 de marzo de 2025, a las 12:50 (hora local), con epicentro cerca de Mandalay. Sin embargo, aún se desconoce el alcance real de la tragedia, ya que quedan muchos cuerpos por recuperar entre los escombros.
La Iglesia Católica local también ha sido víctima del desastre. No obstante, desde el primer momento se ha organizado para socorrer a los damnificados. “La Iglesia Católica es un sanador herido”, explicó el Cardenal Bo.
“Muchas de nuestras parroquias e iglesias han sufrido un fuerte impacto. En otras, miles de personas también se encuentran en espacios abiertos. Nos apresuramos con nuestra preocupación pastoral, proporcionando agua, medicinas, alimentos y refugio para salvar vidas”, señaló.
Su compromiso con la población es firme, sobre todo, para aliviar el impacto psicológico de la tragedia en los habitantes de las comunidades afectadas. “Muchos de nuestros religiosos están con la gente, en un acompañamiento compasivo”.
El también presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar hizo un llamamiento a un alto el fuego en un país que vive, desde el golpe de Estado militar de 2021, sumido en una guerra civil.