Por: John Beckham
El pasado junio fue el Mes Nacional de los Ríos en Estados Unidos. Esta conmemoración anual, compartida por más de 60 países, nos recuerda el papel vital que desempeñan los ríos en nuestras vidas. Sin embargo, en la región fronteriza entre México y Estados Unidos, donde estos afluentes no solo son elementos naturales, sino verdaderas fuentes de vida, se necesita mucho más que un mes para generar conciencia sobre la atención urgente y continua que requieren.
Esto es especialmente evidente en el caso del río Bravo-río Grande, un cauce que sostiene a millones de personas y define a toda una región.
Más que un límite geográfico, el río Bravo es una cuenca que nace en las montañas Rocosas de Colorado y se alimenta de afluentes como el río Conchos en México. Innumerables tributarios menores recorren Texas, Coahuila y Tamaulipas, los cuales dan sustento a comunidades, ecosistemas y actividades económicas en ambos lados de la frontera.
Para el Banco de Desarrollo de América del Norte (NADBank), con sede en San Antonio, Texas, este río representa una prioridad estratégica en nuestra misión de invertir en infraestructura sostenible y garantizar el acceso al agua limpia.
De acuerdo con la Fundación Nacional de Educación Ambiental, uno de cada tres estadounidenses depende de los ríos para su suministro de agua potable. En la cuenca del río Bravo, cerca de seis millones de personas en ambos países dependen de este caudal para satisfacer sus necesidades hídricas diarias. Además, la actividad agrícola prospera en esta cuenca, convirtiéndola en una pieza clave en la cadena de suministro alimentaria de América del Norte.
Pero los ríos hacen más que saciar la sed y nutrir cultivos- construyen comunidades e impulsan las economías.
La ciudad de San Antonio es un ejemplo de cómo un río puede moldear la cultura y la prosperidad a través de una gestión responsable y a largo plazo. Existen oportunidades similares a lo largo del río Bravo, como Laredo y Nuevo Laredo, que han desarrollado una visión compartida para crear un parque urbano binacional que transforme su ribera en un espacio para la comunidad, la recreación y la restauración ambiental.
Los ríos también son tesoros ecológicos. Las zonas ribereñas del río Bravo albergan una gran diversidad de flora y fauna, como el Parque Nacional Big Bend en Estados Unidos y las reservas de la sierra del Carmen y Maderas del Carmen en México, que reflejan la riqueza biológica de estas regiones.
A pesar de su clara y crítica importancia, el río Bravo enfrenta una crisis.
A principios de este año, la organización American Rivers lo clasificó como el quinto río más amenazado de Estados Unidos, debido a la prolongada sequía y al creciente estrés hídrico. Esta no es una amenaza lejana, ya que menos del 20% de su caudal llega al Golfo de México. En 2024, dos condados del sur de Texas declararon estado de emergencia por niveles de agua críticamente bajos. Del otro lado de la frontera, ciudades mexicanas como Reynosa y Matamoros enfrentan desafíos similares.
Abordar esta crisis requiere una respuesta binacional sólida y coordinada, que reúna a comunidades locales, gobiernos estatales fronterizos, dependencias federales e instituciones como el NADBank, de propiedad conjunta entre México y Estados Unidos.
En el NADBank, trabajamos de cerca con actores clave en toda la región fronteriza para enfrentar de manera directa la inseguridad hídrica. Una de nuestras recientes iniciativas es el otorgamiento de asistencia técnica a la región de cuatro condados del Valle del Río Grande para desarrollar un plan de acción hídrica a largo plazo. Paralelamente, estamos por finalizar un Fondo de Resiliencia Hídrica de $400 millones de dólares para apoyar a municipios, distritos de riego y otros usuarios de agua en su adaptación a los retos hídricos actuales y futuros. Este fondo busca invertir en proyectos que conserven y diversifiquen los recursos hídricos de manera integral.
Antes de su aprobación final, iniciativas como el Fondo de Resiliencia Hídrica, se someten a consulta pública. Creemos que la transparencia y la participación comunitaria son esenciales para construir soluciones duraderas y queremos asegurarnos de que todas las partes interesadas se involucren en el proceso que hemos adoptado.
En el NADBank, estamos comprometidos con lograr que las futuras generaciones a lo largo del río Bravo disfruten de seguridad hídrica, oportunidades económicas y un río digno de ser celebrado. A medida que avanza el año, recordemos que los ríos no reconocen fronteras, pero sí requieren de nuestro compromiso compartido.