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En Berlín, nadar en el Spree ha estado prohibido continuamente desde mayo de 1925

Un siglo después de que la ciudad de Berlín prohibiera nadar en el río Spree por estar tan contaminado que podía enfermar, los bañistas se lanzan de nuevo al agua.

Unas 200 personas se lanzaron a las aguas verdosas y de movimiento lento para demostrar que no solo están limpias, sino que también es muy divertido chapotear y nadar en el barrio de Mitte, junto a la mundialmente famosa Isla de los Museos.

Un grupo autodenominado Fluss Bad Berlin, o Piscina Fluvial de Berlín, lleva años presionando para que se vuelva a abrir el serpenteante río a los bañistas.

Para eludir la prohibición, el grupo registró su evento de natación colectiva como protesta oficial.

Señalaron que el río se ha limpiado a fondo y que la calidad del agua ha mejorado en la última década y se monitorea constantemente.

Incluso funcionarios municipales del céntrico distrito berlinés de Mitte afirman estar interesados ​​en reintroducir la natación fluvial en 2026.

Quienes apoyan el levantamiento de la prohibición de natación también señalan a París, donde el río Sena se abrió a los nadadores para los Juegos Olímpicos del año pasado y se abrirá este verano para los parisinos. Nadar allí estaba prohibido desde 1923.

En Viena, los amantes del agua también pueden chapotear en el canal del Danubio; en la ciudad suiza de Basilea, bañarse en el Rin; y en Ámsterdam existen zonas designadas para zambullirse en los canales.

Solo en Berlín, nadar en el Spree ha estado prohibido continuamente desde mayo de 1925, cuando la capital alemana cerró todas las piscinas fluviales tradicionales por considerar el agua demasiado tóxica. Algunas de estas piscinas no solo se usaban para la natación recreativa, sino que también servían como lugar de aseo para personas con bajos recursos si no tenían baño en casa.

Actualmente, el agua está limpia casi todos los días, excepto cuando llueve mucho, lo que provoca cierta contaminación hídrica.

Permitir que los bañistas se zambullan en el río también implicaría flexibilizar la protección de los monumentos históricos en algunas zonas de las riberas para instalar vías de acceso al agua y puestos para socorristas.

Otro problema es el intenso tráfico marítimo en el Spree, que podría poner en peligro a los bañistas. Sin embargo, por el momento, el grupo Fluss Bad Berlin solo quiere abrir un canal de casi 2 kilómetros de longitud (poco más de una milla) donde no haya tráfico marítimo.

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