Ambos mandatarios tratan de estabilizar las relaciones entre Estados Unidos y China.
El presidente Donald Trump se reunió cara a cara con el líder chino Xi Jinping, una oportunidad para que los mandatarios de las dos economías más grandes del mundo estabilizaran sus relaciones tras meses de turbulencia por cuestiones comerciales.
El uso agresivo de aranceles por parte de Trump desde su regreso a la Casa Blanca para un segundo mandato, sumado a las represalias chinas por limitar las exportaciones de elementos de tierras raras, le dieron a la reunión una nueva urgencia. Existe un reconocimiento mutuo de que ninguna de las partes quiere arriesgarse a desestabilizar la economía mundial de manera que pueda poner en peligro la prosperidad de sus respectivos países.
La reunión duró poco más de 100 minutos. Durante el encuentro, los dos líderes se dieron la mano y Trump pareció susurrarle algo al oído a Xi justo antes de que el mandatario chino subiera a su limusina. Poco después, Trump regresó a bordo del Air Force One para volver a Washington.
Antes de la reunión, Trump se mostraba optimista. “Vamos a tener una reunión muy exitosa, no me cabe duda”, dijo Trump, añadiendo que Xi es un “negociador muy duro”. Trump afirmó que “podrían” firmar un acuerdo tras la reunión y que se entienden muy bien.
Una vez sentados, Xi leyó un discurso preparado en el que recalcó su disposición a trabajar juntos a pesar de las diferencias.
“Dadas nuestras diferentes realidades nacionales, no siempre coincidimos”, dijo a través de un intérprete. “Es normal que las dos principales economías del mundo tengan fricciones de vez en cuando”.
Hubo una ligera discrepancia en la traducción, ya que la agencia de noticias china Xinhua informó que Xi le dijo a Trump que tener algunas diferencias es inevitable.

Ninguna de las partes ofreció un informe inmediato sobre el desarrollo de la reunión.
Los líderes se reunieron en Busan, Corea del Sur, una ciudad portuaria situada a unos 76 kilómetros al sur de Gyeongju, sede principal de la cumbre de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
En los días previos a la reunión, funcionarios estadounidenses indicaron que Trump no tenía intención de cumplir su reciente amenaza de imponer un arancel adicional del 100% a las importaciones de productos chinos, y China mostró indicios de estar dispuesta a flexibilizar sus controles a la exportación de tierras raras y a comprar soja estadounidense.
Funcionarios de ambos países se reunieron a principios de esta semana en Kuala Lumpur para preparar el terreno para la reunión de sus líderes. Posteriormente, el principal negociador comercial de China, Li Chenggang, afirmó que habían alcanzado un “consenso preliminar”, declaración que fue corroborada por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, quien afirmó que existía “un marco muy exitoso”.
Trump publicó en Truth Social que la reunión sería la “G2”, un reconocimiento del estatus de Estados Unidos y China como las economías más grandes del mundo. El Grupo de los Siete y el Grupo de los Veinte son otros foros de naciones industrializadas.
Pero mientras que esas cumbres suelen celebrarse en espacios lujosos, esta reunión tuvo lugar en un entorno más modesto: Trump y Xi se reunieron en un pequeño edificio gris con techo azul en una base militar adyacente al aeropuerto internacional de Busan.
La esperada distensión ha brindado alivio a los inversores y empresas atrapados entre las dos naciones. El mercado de valores estadounidense ha subido ante la esperanza de que surja un marco comercial de la reunión.

 






 
															 
								 
				 
				 
				 
				


 
															 
								 
								 
								 
								 
								