Activistas denunciaron que se han colocado tanquetas militares y se pintó de negro el muro para elevar la temperatura de este, haciendo difícil escalarlo.
El Gobierno de Estados Unidos instaló en la frontera con México más alambrada de navajas en lo alto del muro fronterizo entre ambos países, lo que hace a este tramo de la línea divisoria entre ambos países un lugar más hostil.
A ello se agregó la colocación de tanquetas militares, pintar de negro el muro para elevar la temperatura de las barras de metal y hacer más difícil su escalada, y la construcción de un segundo muro en el área de Jerónimo-Santa Teresa, Nuevo México, medidas que activistas y organizaciones religiosas califican de “inhumanas” y “crueles”.
Estos trabajos se fortalecieron tras la visita de la secretaria de Seguridad de Estados Unidos, Kristi Noem, han despertado preocupación entre albergues de migrantes en Ciudad Juárez y representantes de la Iglesia católica y evangélica, quienes advirtieron que las acciones no frenarán la migración, pero sí harán más peligroso el cruce irregular.
Los activistas señalan que estas medidas son un retroceso en materia humanitaria; además han afirmado que otras ocasiones se han implementado barreras físicas y acciones violentas, sin que ello detuviera la migración.
Algunos refugios en Juárez atraviesan un periodo de vaciamiento, debido a que las personas han desistido de esperar nuevas políticas migratorias en Estados Unidos.
A inicios de agosto, la Casa Blanca informó de que la Administración del presidente estadounidense, Donald Trump, ha arrestado a más de 300,000 inmigrantes indocumentados en los primeros seis meses desde su regreso al poder.
Desde el inicio de su Gobierno en enero pasado, Trump ha redoblado su política antiinmigratoria, reforzado el mandato de agencias como el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) e impulsado el incremento de los arrestos para cumplir su promesa de llevar a cabo una histórica campaña de deportación masiva de indocumentados.









