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El evento tampoco ha captado la atención de buena parte de la sociedad.

A poco menos de un mes de la coronación que finalmente consagrará a Carlos III como rey y a Camila como reina consorte, la imagen positiva del monarca parece estar en un punto bajo.

Los últimos meses no han sido fáciles; por el contrario, el país está atravesando una crisis en el costo de vida, que se sumó a las idas y venidas políticas que obligaron al cambio de Primer Ministro en dos oportunidades en un corto plazo.

La sociedad considera que la monarquía es muy ostentosa y despilfarra dinero y recursos, YougGov, firma que realiza investigaciones de mercado, difundió un sondeo en donde expuso que más de la mitad de los ciudadanos considera que el evento no debería ser financiado por el Estado a través de los impuestos que ellos pagan.

De los 4.246 adultos consultados, el 51% se niega a financiarla mientras que casi un tercio -el 32%- está a favor de que sea con los aportes de los contribuyentes; el 18% restante no pudo definir su opinión en ninguno de los dos bandos.

Entre quienes se oponen al pago destacan los jóvenes, quienes son los más afectados por la crisis económica y la inflación que azota al país. En ese sentido, fueron cerca del 62% las personas de entre 18 y 24 años que votaron ‘no’ en el sondeo mientras que un 15% se mostró a favor.

En lo que respecta al sector adulto, el 43% de los mayores de 65 años apoyó la financiación del Estado contra un 44% que opinó lo contrario.

El Palacio de Buckingham aún no ha difundido la cifra exacta de lo que costará la coronación se estima que todos los arreglos, conciertos, ceremonias y actos secundarios, así como el enorme dispositivo de seguridad y su extensión costarán por lo menos unas decenas de millones de libras.

Graham Smith, director ejecutivo del grupo de campaña Republic, señaló este evento como una “pantomima cara” y una “bofetada en la cara de millones de personas que luchan contra la crisis del coste de vida” mientras que el ministro de Gobierno, Oliver Dowden, defendió la ceremonia y aseguró que no se trata de un gasto desmedido.

Pero lo cierto es que, más allá de los esfuerzos y los reiterados intentos de Carlos III por demostrar una monarquía más “austera”, estos eventos ya han demostrado ser muy costosos, sin excepciones.

Por ejemplo, la última coronación de la familia real, la de la difunta reina Isabel II, costó 912.000 libras en 1953, que hoy en día serían unas 20,5 millones de libras. En tanto, la de su abuelo Jorge VI tuvo un valor de 454.000 libras en 1937, lo que equivale a unos 24,8 millones del dinero actual.

Desde un primer momento se supo que Carlos asumía el trono con grandes desafíos por delante. Ya de por sí, el apoyo a la monarquía estaba en su punto más bajo de los últimos 30 años y ello, sumado a los problemas coyunturales, lo dejaban en un escenario frágil.

Su bajo perfil y su intento por mostrarse “más humano” y menos “inalcanzable” -como solía ocurrir con la realeza- no le han sido suficientes para conquistar al pueblo.

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