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El expresidente uruguayo José Mujica, exguerrillero marxista y floricultor, cuya democracia radical, filosofía franca y estilo de vida sencillo fascinaron a personas de todo el mundo, falleció. Tenía 89 años.

El anuncio lo dio el presidente izquierdista de Uruguay, Yamandú Orsi, anunció su fallecimiento, que se produjo cuatro meses después de que Mujica decidiera renunciar a su tratamiento médico contra el cáncer de esófago e ingresar a cuidados paliativos en su casa de tres habitaciones en las afueras de Montevideo, la capital uruguaya.

“Presidente, activista, guía y líder”, escribió Orsi sobre su mentor político de toda la vida antes de dirigirse a la casa de Mujica para presentarle sus respetos. “Gracias por todo lo que nos diste”.

Mujica había estado en tratamiento contra el cáncer de esófago desde su diagnóstico la primavera pasada. La radioterapia eliminó gran parte del tumor, pero pronto la enfermedad autoinmune de Mujica complicó su recuperación.

En enero, el médico de Mujica anunció que el cáncer de esófago había regresado y se había extendido al hígado. En los últimos días, sabía que estaba en sus últimas horas, declaró Fernando Pereira, presidente del partido izquierdista Frente Amplio de Mujica, quien visitó al exlíder enfermo la semana pasada.

Como líder de un violento grupo guerrillero de izquierda en la década de 1960 conocido como los Tupamaros, Mujica robó bancos, colocó bombas y secuestró a empresarios y políticos en las calles de Montevideo con la esperanza de provocar un levantamiento popular que llevaría a un Uruguay socialista al estilo cubano.

Una brutal contrainsurgencia y la consiguiente dictadura militar de derecha que gobernó Uruguay entre 1973 y 1985 lo enviaron a prisión durante casi 15 años, 10 de los cuales pasó en aislamiento.

Durante su presidencia, Mujica, conocido como “Pepe”, supervisó la transformación de su pequeña nación sudamericana en una de las democracias más saludables y socialmente liberales del mundo. Se ganó la admiración nacional y un estatus de culto en el extranjero por legalizar la marihuana y el matrimonio igualitario, promulgar la primera ley de amplio alcance del derecho al aborto en la región y establecer a Uruguay como líder en energías alternativas.

Rechazando la pompa y solemnidad de la presidencia, conducía un Volkswagen Escarabajo azul claro destartalado de 1987, vestía suéteres de punto arrugados y sandalias con calcetines, y vivía en una casa con techo de zinc a las afueras de Montevideo, donde durante décadas se dedicó a vender crisantemos en los mercados locales.

“Esta es la tragedia de la vida: por un lado es hermosa, pero se acaba”, declaró Mujica en una extensa entrevista en octubre de 2023 desde su casa de campo. “Por lo tanto, el paraíso está aquí. Como el infierno”.

Tras tres días de duelo nacional declarados por el gobierno uruguayo, presidentes y ciudadanos de todo el mundo rindieron homenajes.

Los primeros en compartir sus recuerdos fueron líderes aliados, quienes recordaron no solo los logros de Mujica, sino también su venerable estatus como uno de los últimos leones supervivientes de la ahora en decadencia izquierda latinoamericana, que alcanzó su apogeo hace dos décadas.

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