Se desprendió de la barrera de hielo Filchner en 1986 y, durante décadas, permaneció casi intacto gracias a las frías aguas antárticas.
La NASA informó que el gigantesco iceberg A-23A, considerado el más grande actualmente a la deriva en el océano, se está fragmentando y perdiendo masa rápidamente mientras permanece varado frente a las costas de la isla Georgia del Sur, en Estados Unidos.
Se pudo constatar en imágenes captadas por el satélite Aqua de la NASA, cómo las olas, el calor y las condiciones meteorológicas estacionales están desgastando los bordes del iceberg.
El A-23A se encuentra a menos de 100 kilómetros de Georgia del Sur, una remota isla del Atlántico Sur, que forma parte de un grupo insular remoto en el Océano Atlántico Sur situado al noreste de la Península Antártica y al este de la punta de Sudamérica.
De acuerdo a la NASA, es muy probable que la base del iceberg esté alojada en una plataforma submarina poco profunda que ha atrapado a otros témpanos en el pasado.
Aunque el iceberg ha permanecido en la misma posición desde al menos principios de marzo, su forma y tamaño sí han cambiado en los últimos dos meses.
Datos del Centro Nacional de Hielo de Estados Unidos (USNIC) indican que el iceberg perdió más de 360 kilómetros cuadrados entre el 6 de marzo y el 3 de mayo, un área aproximadamente el doble del tamaño de Washington, D. C.
A su alrededor se puede observar en las imágenes como flotan miles de fragmentos que cubren la superficie del mar, creando una escena que evoca una noche estrellada, según describió la NASA.
Aunque parecen pequeños, muchos de estos bloques tienen más de un kilómetro de diámetro y representan un potencial peligro para la navegación. De hecho, uno de ellos, el A-23C, fue lo suficientemente grande para recibir nombre propio tras desprenderse en abril.
Estas rupturas no son nuevas para el A-23A, que ya había perdido partes de su masa durante su recorrido por el Pasaje de Drake en 2024. Pero ahora las señales de debilitamiento son más evidentes.
La agencia espacial estadounidense destacó una franja de hielo desprendido en el lado norte del iceberg, provocada por varios días de clima cálido y soleado.
El iceberg A-23A no es nuevo en el mar. Se desprendió de la barrera de hielo Filchner en 1986 y, durante décadas, permaneció casi intacto gracias a las frías aguas antárticas. Pero hoy, a casi 55° de latitud sur, su entorno es mucho más cálido y le exige resistir condiciones adversas.
Aunque se desconoce con exactitud qué pasará con el A-23A, su final parece inevitable. Más del 90 % de los icebergs antárticos siguen una ruta común: giran por la corriente del Giro de Weddell, cruzan el Pasaje de Drake y se desintegran en las aguas más cálidas del Atlántico Sur. Todo apunta a que el A-23A seguirá ese mismo camino.