Este primer encuentro de la Final quedó a deber y en muchos momentos se mostró aburrido.
Una final que tenía como pronostico ser electrizante y con mucho espectáculo, dejo mucho que desear, porque al parecer el hecho de que el América no quisiera arriesgar y un Toluca plantándose muy defensor dejo un encuentro por momento aburrido.
Este 0-0 parece beneficiar a los Diablos, pero con el riesgo de que en su casa deberán cambiar de postura, porque lo de la ida será para echar todo al asador.
Al iniciar el juego, el Toluca intentó sorprender con la baja de Paulinho, el delantero portugués y campeón de goleo quién no apareció en el once ni en la banca por problemas musculares. Una ausencia muy sensible para los Diablos que no podían contar con su hombre más peligroso.
En América, se mantuvo la ausencia de Brian, pero ahí no cambió mucho el equipo de Jardine, porque el brasileño echó mano del mismo cuadro con el que enfrentó en el juego de vuelta a Cruz Azul.
Sin Paulinho al ataque, Toluca planteó un juego de corte defensivo, apostó por esperar un error de las Águilas que eran las obligadas a proponer, la tuvo cuando Vega aprovechó un yerro en defensa, proyectó a Morales y este tiró con derecha, pero Malagón contuvo bien.
América, que tenía la pelota y la iniciativa, no encontraba fluidez en campo contrario, porque el bloque bajo de los Diablos estaba muy bien parado, apenas concedía espacios y luego cuando era necesario no tenían reparo en cortar el juego con faltas que cortaban el ritmo.
Lo más cercano de América fue un remate de Borja que los escarlata salvaron sobre la raya, luego un tiro de Fidalgo que García repelió con un buen lance. Sin espacios, el cuadro azulcrema se estrelló una y otra vez, Toluca había aprendido la lección del juego de liga, echó el candado y generó cierta frustración en las Águilas en el primer tiempo.
Para el segundo tiempo nada cambió, Toluca no tenía necesidad de ello, se sentía cómodo en ese plan de juego, porque la prioridad era tener la pelota lejos de su portería y mantener el cerco por delante de Luis García.
Jardine tiró de Diego Valdés para ver si el talento del chileno servía para desatascar el partido, pero el andino tampoco fue la solución, porque Toluca no se descompuso ni un ápice y miraba como el reloj seguía corriendo sin recibir daño alguno.
Fidalgo no fluía por izquierda, Zendejas tampoco lo hacía por derecha, Valdés no tomaba la bola, Henry peleaba sin parque… América claudicaba ante el muro escarlata que llegaba a tener hasta 11 jugadores en 25 metros.
Mohamed avisó que algo deberían haber aprendido de los últimos juegos y eso fue no darle algún espacio a las Águilas, ninguno de los cambios de Jardine tuvieron el efecto deseado.
La más clara llegó en el 80’, cuando un trazo largo de Valdés lo controló Aguirre, pero a la hora de buscar portería, el Búfalo la echó por un costado, todos los recursos disponibles, pero Toluca apretó los dientes y no concedió nada.
La final de ida quedó a deber, porque se esperaba más, al América le faltó precisión y a Toluca ganas de querer jugar a algo más.
En el juego del domingo, los de Coapa lo tienen claro, deben tener la misma voluntad y encontrar una chispa de eficacia para alcanzar el tetracampeonato.
Los Diablos tendrán que ser valientes y no precavidos, es claro que vinieron a no perder y les salió, pero en la vuelta ese plan ya no le sirve de nada.